Los paradigmas de
investigación se refieren al “conjunto de creencias y actitudes, como una
visión del mundo <<compartida>> por un grupo de científicos que
implica, específicamente, una metodología determinada” (Alvira, 1982:34 en
Latorre, A, del Rincón, D y Arnal, J., 2005:39).
Para el desarrollo
de este apartado se ha tomado como referencia el siguiente documento:
Rodríguez Gómez (1999). Características de la
Investigación Educativa. En Rodríguez Gómez, G. (1999) Proyecto Docente: Métodos de Investigación en Educación. Universidad
de Cádiz.
Paradigma empírico-analítico
Este primer
paradigma se basa en todo lo que ocurre en la naturaleza de la realidad. Su
carácter es objetivo y se rige por leyes, por lo que no entra en juego la
práctica. Es decir, se estudia porqué se cae una manzana por ejemplo y lo
hacemos porque sabemos que se cae y de este modo establecemos una ley universal
que dé respuesta siempre a este suceso, como comentábamos los que contestábamos
que el árbol sí que hacía ruido.
De este modo
generaliza la realidad y no interesa explicar el porqué ese árbol hace ruido ni
mucho menos entenderlo. No dan ni buscan solución ni tampoco tienen en cuenta
los factores que pueden influir, ya sean externos o internos. Por lo tanto, al
generalizar y no tener en cuenta otros factores obvian los casos particulares.
Paradigma interpretativo
Las principales
preguntas que se plantea esta tipología paradigmática es ¿por qué? y ¿cómo?
Estas buscan describir e interpretar la realidad mediante estrategias para la
recogida de datos.
Existe una
capacidad de relación, es decir saber como interpreta la realidad otra persona,
y de este modo comparar diversas realidades para comprender y buscar
relaciones, pero no para generalizar como hace el paradigma empírico-analítico.
De este modo se centra en lo particular.
Asimismo, se lleva
a cabo una estrecha relación entre investigadores y objeto de investigación, ya
que consideran que de este modo podrán obtener información más significativa y
comprender mejor el contexto o situación.
Se tienen en cuenta
la influencia de los valores, es decir, no obvian la ética, sino que la
consideran necesaria para su práctica investigadora. Es más, las decisiones
tomadas por el propio investigador girarán en torno a los principios éticos
personales, pues consideran que la objetividad no puede darse porque siempre
van a entrar en juego dichos valores.
Sustentan que la
realidad no puede estudiarse de manera fragmentada como en el paradigma
anterior, sino que es necesario verlo como un todo.
La comunicación y
difusión de los resultados se lleva a cabo de forma diversa.
Paradigma crítico
Este paradigma
tiene una concepción de la realidad histórica y virtual, es decir, se tiene en
cuenta el conjunto de factores sociales, culturales, políticos, económicos,
etc.
Parte de lo
individual para poder buscar un cambio social. Es cierto que existen multitud
de problemas, pero se trata que entre todo el equipo de investigación elijamos
uno para poder alcanzar ese cambio.
No se centran en el
objeto o sujeto estudiado, sino que se tienen en cuenta los dos y son igual de
necesarios para el proceso investigativo. Los temas que se plantean son de
carácter actual y de interés para la sociedad de hoy en día, es decir,
problemas que nos afecten de alguna manera, que sean imperantes en la sociedad
actual.
El paradigma
crítico se caracteriza por buscar soluciones para afrontar cambios donde prime
la mejora.
En definitiva, el
proceso de investigación varía según el paradigma al que nos aferremos, según
el modo en el que se impliquen los investigadores y según las fases de
investigación planteadas.
Y entonces,
¿sólo podemos regirnos por uno de estos paradigmas?
Ante esta cuestión
surge un nuevo debate, muy relacionado con la pregunta formulada anteriormente
sobre el árbol caído. Algunos optan
por aferrarse a uno de los paradigmas, sustentando que existe incompatibilidad
entre estos, los cuales “compiten de manera irreconciliable en la
investigación” (Bisquerra Alzina, R., 2004:77).
Otros creen que
existen unidades epistemológicas en cuanto a la ciencia “en la que no se acepta
la existencia de diversos paradigmas” (Bisquerra Alzina, R., 2004:77).
Y finalmente, están
aquellos que creen en una complementariedad entre paradigmas “que, aunque de
bases ontológica y epistemológica distinta, se apoyan y complementan en el
proceso de investigación” (Bisquerra Alzina, R., 2004:77).
En mi caso me
posicionaría con estos últimos, ya que considero que estos paradigmas pueden
ser complementarios y no excluyentes, ya que al enfrentarse a un mismo problema
de distintas maneras, en vez de dificultar la investigación van a hacerla más
rica. Es cierto que siempre va a destacar uno de los paradigmas pero eso no
significa que debamos aferrarnos únicamente a uno de ellos y privarnos de una
visión más amplia.
Cada uno de los
paradigmas deben aportar aspectos positivos los cuales serán necesarios para
enfrentarnos a la investigación planteada. Por ejemplo, no podemos obviar el
pasado histórico que nos aporta el paradigma empírico-analítico, al igual que es
de gran ayuda contar con la visión de una realidad subjetiva o un pensamiento
crítico y reflexivo del paradigma crítico.
Además, también nos
permitirá establecer objetivos diversos que guíen nuestra investigación, y al
mismo tiempo contaremos con diferentes puntos de vista, algo que no podría
ofrecernos una investigación ceñida a uno de los paradigmas. De este modo, la
investigación será mucho más significativa, pues tendríamos la oportunidad de
comparar los diferentes resultados y reflexionar y replantearnos la práctica
investigativa.
Así pues, ha
llegado el momento de abrir nuestra mente y no cerrarnos únicamente a una
concepción como si sólo existiera una manera de investigar. Al igual que
defendemos que la enseñanza debe de ser variada y la metodología empleada ha de
estar acorde con la situación, la investigación educativa no debe de cerrarse
ni competir con otros modelos, sino elaborar una macedonia con los aspectos que
nos interesan de cada uno de los paradigmas.
Bibliografía
Bisquerra Alzina,
Rafael (coord.) et al. (2004). Metodología
de la investigación educativa. Madrid: La Muralla.
Latorre, A.,
Rincón, D. y Arnal, J. (2005). Bases
metodológicas de la investigación educativa. Barcelona: GR92.
Rodríguez Gómez (1999). Características de la
Investigación Educativa. En Rodríguez Gómez, G. (1999) Proyecto Docente: Métodos de Investigación en Educación. Universidad
de Cádiz.