Estamos en un bosque donde no hay gente. Un árbol se
cae, ¿hace ruido o no?
Es cierto que cuando la docente lanzó esta pregunta
en clase pensé que su respuesta era obvia. Era irremediable pensar que el árbol
hacía ruido, es más, no imaginaba que otros compañeros pudieran pensar en otro
tipo de respuesta.
Fueron alzándose las manos en el aula, y empecé a
escuchar la opinión de otros compañeros lo cual me hizo replantearme mi
respuesta y desvanecer la seguridad que tenía al principio.
Algunos respondieron como yo, que sí hacía ruido ya
que tenemos la experiencia de que cuando un árbol se cae hace ruido y por lo
tanto, sea el árbol que sea y cayera donde cayera resonaría.
Otros comentaron que no, ya que si allí no había nadie
no podríamos comprobar ese ruido, pues si no existe persona en el lugar del
acto no podríamos escuchar si hacía ruido o no.
Y un tercer grupo aseguraron que no lo sabían, ya
que si allí no había nadie no podríamos decir si al caerse el árbol hace ruido
o no. Al final acabé decantándome por esta última, aunque reflexioné y es
cierto que ninguna respuesta era descabellada, todas tenían su lógica.
Todo ello, tenía un porqué. Existía una estrecha
relación entre los diferentes paradigmas de educación, los cuales se
diferencian según el enfoque y la meta de cada uno de ellos. Los que
contestaron afirmativamente a la pregunta anterior, se encontrarían ante el
paradigma analítico. Aquellos que respondieron que no, al paradigma
interpretativo y los que contestaron en duda, al paradigma crítico.