EL PROFESORADO Y EL DESARROLLO CURRICULAR: TRES ESTILOS DE HACER ESCUELA

Sabemos “que una reforma no ocurre en su planificación y diseño y que una reforma sólo llega a ser realidad en la medida en que es desarrollada reflexiva y críticamente por sus agentes más decisivos: los centros y los profesores” (Escudero Muñoz, 1990 en Trillo, F., 1994:70).

En el texto se diferencian tres tipos de profesores, el técnico, el práctico y el crítico.

El primero de ellos se centra en el cómo, es decir, se preocupa por cómo debe de hacer aquello que le piden que haga, sin darle ningún tipo de importancia al qué, pues le viene todo dado. Su finalidad es ser eficaz con el currículum por lo que no existen actuaciones que persigan el cambio, se siente acomodado. Es cierto que el grado de compromiso es muy elevado, pues siempre tiene las cosas hechas en el plazo, cumple con ciertas actuaciones y por lo tanto sigue un modelo rígido, pero este tipo de profesores no comprenden el para qué de todas estas labores.

Asimismo, no apoyan el cambio, pues esto conllevaría a un mayor trabajo, una mayor carga y además deberían trabajar de forma cooperativa y colaborativa, cuando ellos están acostumbrados a trabajar individualmente sin que nadie se inmiscuya en su práctica docente, no contemplando, por lo tanto, el trabajo en equipo.

En segundo lugar encontramos a los profesores prácticos, a los cuales además de interesarles el cómo también se preocupan por el qué y el porqué y para qué. Se sienten atraídos por la mejora en la enseñanza y son capaces de reflexionar sobre los conflictos y las necesidades existentes en la educación actual, pero no son conscientes de las dificultades y limitaciones y en algunas ocasiones pecan de ilusionistas. La enseñanza ya no es meramente instructiva y se preocupan de que todo el alumnado aprenda, aunque es cierto que todavía los libros de textos son sagrados y muy bien considerados.

Además, un profesor práctico es consciente de que el aula “no es una realidad autárquica y que, por tanto, cualquier proceso innovador requiere de la colaboración y del consenso” (Trillo, F., 1994: 73).

Finalmente, los docentes del estilo crítico guardan una estrecha relación con los prácticos, pero a diferencia de estos que pueden considerarse como ilusionistas, los docentes críticos sí reflexionan sobre las limitaciones dadas en la realidad concreta.

Apoyan la idea de una comunidad que participe íntegramente de forma democrática, con la finalidad de reflexionar sobre sus propias prácticas educativas para desarrollar mejoras de actuación. Como bien dice el autor, “el estilo crítico, por tanto, presupone la condición colaborativa; la idea, en fin, es que <<o nos salvamos todos, o no se salva ninguno>>” (Trillo, F., 1994: 75).

En mi experiencia, siempre han primado los docentes de estilo técnico, pues es cierto que no ordenaba a memorizar conceptos, pero por el contrario siempre se premiaba a aquellos que calcaban las palabras del libro de texto. El docente era el centro, es decir, él era que poseía el conocimiento y nosotros solamente teníamos que escuchar y estudiarlo. Tampoco ayudaba a desarrollar el pensamiento lógico y mucho menos utilizaba un feedback para encaminar a los alumnos en su proceso de enseñanza-aprendizaje.

Lo que más le preocupaba era acabar el temario a tiempo para tener las calificaciones preparadas y rellenar el boletín de notas. El trabajo de los profesores era aislado, pues aunque siempre estuviéramos agrupados en la misma clase no importaba lo que pasara en otras materias, por lo que el trabajo en grupo era inexistente.

Finalmente me gustaría comentar que según mi opinión debemos formar profesores críticos, aquellos que sean capaces de reflexionar y concebir que los cambios son necesarios para garantizar una educación de calidad, y que además el trabajo en equipo puede aportar numerosos beneficios, ya que contaremos con el apoyo de un grupo y distintas concepciones que harán que se construyan actuaciones muy significativas y diversas.

Relacionando este texto con la investigación educativa, creo que podrían llevarse a cabo investigaciones sobre la forma que tienen los docentes de desarrollar el currículum y por consiguiente buscar soluciones o comprobar que no debemos ser resistentes al cambio, debemos luchar por una educación mejor y no acomodarnos, y para ello es necesario innovar y contar con el apoyo de los diferentes especialistas que comparten aulas en nuestro día a día.


Bibliografía

Trillo Alonso, F. (1994). El profesorado y el desarrollo curricular: tres estilos de hacer escuela. Cuadernos de pedagogía, (228). Recuperado de: http://www.edub.cl/wp-content/uploads/2015/11/estiloscurriculares.pdf