¿QUÉ SE NOS VIENE A LA CABEZA AL PENSAR EN INVESTIGACIÓN EDUCATIVA?




El primer día de clase la profesora nos incitó a que por unos minutos pensáramos en qué era la investigación educativa. Para ello cerramos los ojos y nos dejamos llevar por nuestra imaginación, para posteriormente plasmar en un folio todo lo que se nos había pasado por la mente.

En mi caso, y observando la fotografía anterior, imaginé un aula perfecta, en la cual primaba una metodología cooperativa, y de ahí su título: Una educación compartida. Como se puede apreciar, la disposición de las mesas y sillas no sigue un orden, sino que según la actividad desarrollada podrían estar sentados en grupos de cuatro, de dos o incluso fuera del aula realizando actividades que necesiten de una aproximación a la realidad (como se observa en el dibujo donde se muestra una ventana y dos alumnos trabajando de forma diferente). Esto favorece al aprendizaje significativo y del mismo modo, permite que existan diferentes ritmos de trabajo según los intereses y necesidades del propio alumnado, pues como se puede visualizar no trabajan todos las mismas actividades.

Del mismo modo me gustaría destacar que en esta aula participarían dos especialistas docentes, y de este modo podrían atender a la diversidad y atender a las individualidades del alumnado. No se encuentran postrados en sus mesas, sino que deambulan por el aula para reconducir la enseñanza-aprendizaje del grupo clase. Asimismo, para la mejora de la práctica docente, se encuentra instalada una videocámara en la esquina izquierda del aula, con el propósito de compartir sus dinámicas con otros especialistas y que estos puedan emitir un feedback a sus compañeros así como aprender unos de otros.

Finalmente, otro elemento fundamental que debería existir en la clase sería el contar con una biblioteca de aula, donde pudiéramos desarrollar la lectura extensiva y fomentar el hábito lector. También podría servir para la consulta de posibles dudas surgidas.

Ahora bien, ¿en qué consiste la investigación educativa? “Hacer investigación educativa significa aplicar el proceso organizado, sistemático y empírico que sigue el método científico para comprender, conocer y explicar la realidad educativa, como base para construir la ciencia y desarrollar el conocimiento científico de la educación” (Bisquerra Alzina, R., 2004:37).

Después de haber cursado la asignatura de Investigación para la Mejora Educativa, considero que quizás asocié demasiado el término investigación educativa a innovación. Es cierto que son dos términos muy relacionados, y por ello creo que en mi dibujo plasmé lo que podría ser el resultado de una investigación poniendo en marcha una mejora para construir un aprendizaje significativo, contextualizado y real.

Así pues, después del recorrido por la asignatura soy capaz de comprender que existen diferentes formas de abordar una investigación en educación, lo cual estará sujeto a la propia realidad y al conocimiento disponible. Es suma, se nos ha capacitado para tener una visión crítica sobre como mejorar una investigación educativa teniendo en cuenta la situación actual.

Del mismo modo, he descubierto la importancia de los valores éticos a la hora analizar u observar una realidad, pues esta nunca va a ser objetiva, o quizás no debería de serlo, ya que los factores tanto externos como internos juegan un papel muy importante y no pueden ser obviados.

Una vez desarrollados todos estos elementos, se ha trabajado cooperativamente en la elaboración de un diseño de investigación con el fin de alcanzar una mejora educativa, y es aquí donde hemos vivenciado la importancia de la misma y el gran trabajo que existe antes de poner en práctica la propia investigación.

Por lo tanto, si a día de hoy se me volviera a formular la pregunta que nos lanzó la docente el primer día de clase, plasmaría mis ideas de la siguiente forma:




Según mi opinión, basada en mi formación, toda investigación educativa debería empezar con una serie de observaciones en busca de algún tipo de problemática. Estas observaciones se transformarían en numerosas cuestiones a resolver, por lo que empezaríamos a plantearnos diferentes hipótesis. Acto seguido deberíamos informarnos y documentarnos sobre el tema, ya que no podemos caer en el error de investigar algo que ya haya sido estudiado ni tampoco un tema que carezca de interés en la sociedad actual. Posteriormente sería puesta en práctica, donde experimentaríamos con la realidad, lo que nos posibilitaría establecer diferentes conclusiones, para finalmente alcanzar descubrimientos, puntos fuertes y débiles de la investigación. No obstante, el proceso de investigación no finalizaría aquí, como se puede observar en la imagen se trata de un proceso cíclico, ya que se nos presentarían nuevos retos, nos haríamos nuevas preguntas para seguir aprendiendo y creciendo, construyendo de este modo una educación mejor, donde se garantice el aprendizaje significativo. 

Por lo tanto, la idea que plasmé el primer día de clase podría ser reutilizada como una mejora educativa, es decir, después de investigar sobre, por ejemplo, los beneficios de la metodología por proyectos y en consecuencia del aprendizaje cooperativo, un colegio aplica estos elementos desarrollando una mejora en el aprendizaje de los discentes.


Bibliografía

Bisquerra Alzina, Rafael (coord.) et al. (2004). Metodología de la investigación educativa. Madrid: La Muralla.