Cuando
leí la noticia, me sentí muy identificada con el reclamo que hace este
inspector de educación. Es cierto que la evaluación siempre lleva consigo
componentes negativos como nervios, dudas, angustia, etc., estableciendo una
estrecha relación con la ética, es decir, ¿es lícito que la evaluación ponga en
estado de angustia a aquellos que son evaluados?
Cada uno de nosotros hemos vivido estos sentimientos, y en nuestro caso, al realizar las prácticas hemos podido observar como para el profesorado tampoco es una tarea agradable el hecho de corregir exámenes, pues siempre van dejándose para otro momento ya que resulta una tarea pesada. Por el contrario, la evaluación es un elemento fundamental de nuestro sistema educativo, e incluso me atrevería afirmar que todos los elementos educativos giran en torno a ella.
Así pues, si la evaluación solamente aporta elementos negativos en la educación, ¿por qué no la suprimimos? A mi parecer la evaluación debe de servir como un feedback entre alumnos, familiares y profesorado, regulando de este modo el aprendizaje de los propios alumnos.
En
cambio, considero que la evaluación que se emplea en los centros educativos
actuales no permiten esta utilidad, sino que como he comentado en líneas
anteriores lo único que hace es restar. Los exámenes planteados no son
significativos para nadie, pues no desarrollan un aprendizaje y por
consiguiente tampoco demuestra el grado del mismo. Simplemente se llevan a cabo
con el objetivo de calificar, olvidándonos la calificación no es sinónima de
evaluación.
Detrás
de una nota existen también sentimientos y emociones como afirma Xavier
Barranco. Debemos de ser conscientes que los alumnos pueden tomar dos
decisiones ante un mal resultado: no hacer nada o reforzar y superar aquello
que no he sabido hacer.
Y
es aquí donde en mi opinión deben de entrar en juego los profesores, animando a
los discentes a que sigan aprendiendo y proponiendo actividades de evaluación
que sirvan para aprender y posteriormente para tomar decisiones.
Así
pues, ¿qué estamos haciendo mal?, ¿qué podemos hacer para convertir la
evaluación en un elemento útil y gratificante? En mi opinión, investigar sobre
como reconvertir la evaluación sería más que útil necesario, ya que con esto
podríamos mejorar otros aspectos educativos de forma indirecta.
Bibliografía
Barranco, X. (2015): “Contra
l´angoixa dels exàmens”. Empordà.info. España.
Recuperado el 2 de noviembre de 2015 en http://www.emporda.info/opinio/2015/10/21/contra-langoixa-dels-examens/289188.html